jueves, 30 de agosto de 2007

PADRE NUESTRO

A Nadia Ivonne Ordenes Duffau


Padre nuestro que no estàs en la olla vacìa,
harapos caminantes,
tos
que se escurre làgrimo adentro.
He caminado siglos
esperando
reparticiòn de panes transparentes.

Nada eres
entre todos los hombres de buena voluntad.
Adoradores de becerros de oro
nunca invadiràn
de manzanas y palomas
el corazòn de los niños solos,
ni derramarán luciérnagas en los rincones
donde mueren
al pie de una esclavitud disfrazada de libertad.

"En nombre del Padre,
del Hijo y
del Espíritu Santo, te niego la sal y el agua,
te condeno
a morir en la ignorancia
por el pecado de nacer pobre y encadenado..."

Ya no conozco amaneceres limpios:
oscuridad inunda corazones, tropezamos,
caímos entre biblias apagadas...

Poetas-títeres, cerdos felices con Dios
y con el Diablo
-entre cruces y tridentes-
declaman sus ayes...
Ya nadie busca rumor distinto,
agua recién nacida. Eres
un bello cuento
para adormecer conciencias,
apagar el grito frente al macabro festival...
Y este amanecer
es sombra repetida desde mis nacimientos.
He de caminar sobre mis hombros
para no darle vida a mi muerte.

Hay tantas guitarras desplomadas en los caminos.

Un caballo enfermo bebe flores, mariposas,
y se rompe las sienes contra los àrboles.

Padre nuestro que no estás en la ausencia
de los frutos,
agonizas
en desolación y desconsuelo.
Habría sido alucinante verte caminar sobre el agua,
repartir oportunidades,
darle claridad al mundo abatido...

Has muerto en la eterna noche del planeta.
¡Qué pena saber
que estamos solos, helados y ciegos...!

Carlos Ordenes Pincheira

de "El cielo sobre los àrboles tiembla" - 1997

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