lunes, 21 de marzo de 2011

MERY COLOANE


OTRAS INSTANCIAS


Caminaremos por calles

como recién amados

donde emigraron nuestros cuerpos.


Mientras la tarde aroma su lenguaje,

buscaré tus manos para encausar la memoria

que dibujo el devenir de nuestros rostros

cuando el espacio era nuestro.


Nada debe perturbar este idilio

que se entrega en cada amanecer

y se detiene entre la dicha

impregnada de nostalgia.


Debemos buscarnos en la lluvia, en el cielo,

en la noche llena de suspenso...


Quizás en otras instancias

ya no acontezcan los encuentros

y nos miremos

cuando toda exclamación sea ilícita

y los espacios se hagan apenas perceptibles;

entonces ya no estarán nuestras miradas,

yacerán dispersas

en la penumbra de otras evocaciones.


DETRÁS DE LA CASCADA


No éramos extraños,

desde el primer gesto nos reencontramos

frete a los arenales de mi aldea,

fuimos felices en ese recodo de silencio.


Detrás de la cascada

entre la brisa del nuevo siglo

atrapabas frutos del otoño.


Nadie perturbaba tu diálogo de sensaciones,

una algarabía de pájaros

encubando en sus nidales

te hacía vacilar a la atenta realidad de tu delirio.


Se encarnaba la luz de la mañana

en la vertiente del paisaje

procedente del cielo alto y complejo,

seguías escuchando el gemido del viento

entre la hojarasca

que atrapaba un nuevo despertar en la niebla.


DESVELO


Bajo este lecho

impregnado de nostalgia,

como si el destino marcara

nuestros cuerpos.


Observo la noche,

mientras la mañana

nos llenó de letanía,

la primavera encendía su vuelo

hasta el aromo del camino.


Hoy evoco la calidez

de aquellos instantes,

me detengo a dignificar el pasado.


Rememoro la ternura

apremiada en otro tiempo

para imprimir la vida

que nos vio nacer.


DERROTERO


Todo ese polvo y agua de la antigua resaca

nos ha frustrado donde el miedo

desorienta nuestro andar,

los periódicos anunciando un derrotero implacable.


¿Quién podrá detener dichos pronósticos

si la naturaleza lo ha convocado?

nosotros humanos sin percepciones

Solo nos queda resignarnos.


Luego el mar nos invade con su ira incontenible

entonces sabemos que somos frágiles y limitados.

Mientras se mueve la tierra

nos envuelve la incertidumbre

sin saber hasta cuando

la frecuencia telúrica descansará

y lanzará lejos esta erosiva hostilidad que nos abruma.

Para mostrarnos un espacio firme donde apoyar

nuestros cuerpos desvelados y abatidos

entre la formalidad de la vida,

que nos induce a penetrar un nuevo laberinto.



HIJOS DEL ARCHIPIELAGO


Chiloè tierra de nostalgia, de largos caminos

crecidos de panguis y arrayanes

donde juegan el relámpago retenido por el agua,

la lluvia en granízada

esparce racimos de niebla.


Los vegetales tiemblan encorvados

por vientos del océano

y el color de la lluvia se hace río

en la hondura de la senda

calcinada por la escarcha.


Mientras fluctúan las horas

Compartiendo vivencias

las del hombre sureño,

impregnado por la lucha busca incentivo

chicha de manzana para refrescar el alma

y encender la palabra.


Tras la resolana en horas del crepúsculo

apaciguan el hastío,

degustando curanto o pulmay

para evocar al Caleuche, la Pincoya,

o algunas historias del Trauco o la Fiura.


Son los hijos del Archipiélago

que activan la memoria y se hacen mas solidarios,

mientras la noche avanza.





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