miércoles, 29 de agosto de 2007

LLUVIA

Se ha roto mi ùnico techo: el cielo.
En cada tienda hay refugio.
No para mì.
Sòlo poseo un par de alas trasnochadas.
Debo seguir andando,
buscando
algùn hueso olvidado por el sol...

Es preciso vender esta fuerza
que apenas alumbra.
En un mar de papeles me ahogo,
debo patear
mi propia risa,
hacer lo que las corbatas determinen...
La lluvia resbala por mis huesos.
Detràs de los vidrios hay cerdos felices.

Còmo has podido pensar que me tiendo
sobre una carcajada.
Piedra,
comprende, se enfada la luz,
mi vida es un hueso roìdo por los perros.
Inùtil es mirar
hacia el nuevo dìa: estarè muerto
cuando de las bestias surjan los transparentes.
Estoy atrapado.
En la calle soy una càscara
arrastrada por el agua.

Quise hacer de la noche un candil,
olvidar mordeduras.
Los animales me arrojaron silencio,
se burlaron de mis harapos.
De alguna parte
cae sobre mi cara un relàmpago.
Alguien llora.

No sabes lo que es sentirse pulverizado,
sin farol alguno en la mano.
Mìrame:
con màs de treinta tempestades vividas,
ya no me siento capaz
de domesticar una estrella.
Escucha: crece,
crece la lluvia, crece...

Carlos Ordenes Pincheira


de "La Tierra pide silencio" 1974

1 comentario:

Diego de la Noche dijo...

Este poema me llega a los huesos, escomo si la lluvia realmente me estuviera mojando, besando con sus labios helados.
El poeta y la compañera están fren-te a frente, y pareciera que el agua sonando sobre el techo pone quizá una ´patina de calma en sus corazones. Ya en este bello poema, el poeta nos anuncia que es y será uno de los grandes poetas chilenos.

Jesús Espartero

E-mail: jesusespartero@yahoo.es