miércoles, 30 de marzo de 2011

MAGNITNAYA MERA GARCÍA


ARDEN NOSTALGIAS


No puedo despertar de los caminos,

pigmentos de tu voz me empalidecen,

las pastedades calzan sombra tuya...

emerges como un grito desde el agua.


Mi angustia callerrante te persigue

por esta patagonia indeclinable

y escucho la tormenta de tus cales

rompiendo maderámenes torcidos.


No hay nada, más que el sueño descielado

braceando mi cabeza en los barrancos

brumosos, los rizomas se me aprietan

al párpado extraviado de tus ojos.


Y aquí desde el rondín de los letargos

amasa laberintos de cansancio,

me cubre ósculamente el amasijo

de aristas y de tardes trepidantes.


El río sudoral de los inviernos

hernió palpitar bajo la tierra,

mi gusana de seda te acompaña

por todos los recodos del silencio.


En este monumento de la carne

en donde tú me alzaste para siempre

me alcanza a trepanar la incontinencia

de Dios entristecido y las tinieblas.


TRIMATA


Una mano escondida de mi alma

toca tus horizontes ateridos,

embalsama tu risa en verso nuevo.

Y aún gime tu sangre encadenada,

maltrata mi sentido tu dolor.


Cómo mojar tu espiga

en otra lluvia,

librarte de las gólgotas errantes,

comprimirte en espermio
de otra vida

y vaciarte en los vientres eternales.


Oh, amargo pasajero de mi verso,

no sé donde quedaron los malvones,

el gozo, el atalaya, Dios, las divas,

el monasterio azul de la oración.


Me queda en las desdichas de la tarde

-mientras llueve-

la mariposa triste de tu adiós,

la cuido en la espesura

de una lágrima...

¡para que nunca vuelva a su dador...!


ESPÍSTOLA


Querido bisabuelo de mi abuelo:

Te escribo a la región de los silencios,

sabiendo que en los cuatro centenarios

s te esparció hasta el nicho entre los vientos.


Que nunca ni siquiera me pensaste,

que fui como el silencio que te guarda

y anduve sin embargo caminando

metida entre tus gentes navegando.


No encuentro ni la puerta que cerraste

después de haber bajado hasta la tierra,

pero respiro el viento que besaste

y muevo alguna célula en mis venas.


Si beso tus mejillas polvorientas

o piso tus costados deformados,

será porque te busco, disperso, inanimado

y te hallo encada piedra recostado.


Mis sueños tienen manos alfareras

que amasan la vejez que hay en los muros,

las gredas opacadas de las fosas

y esculpen sin cesar los labios mudos.


Cava mi pensamiento enloquecido

los lánguidos ventrículos mohosos de la tierra

y arranco la materia de tu alma evolutiva

con lírico eufemismo parecido a la pena.


Contemplo tu faz fría de humana artesanía,

musgo y sombra adherida y cavilante,

que avanza por los siglos sin hallarse

y es huella del pasado que siempre va adelante.


Despertarás del sueño polvoroso de mis brazos,

partícula ambulante de seres y de cosas,

la célula inmutable, ambulatoria, airosa

de mi intrépida raza latiendo en una rosa.

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