A LA ORILLA DEL TIEMPO
Hay un árbol distante en un camino,
a cuya vera estuve y creí mío,
y a cuya savia entremezclé mi sangre
y pozo obtuvo de mi llanto amigo.
Eternidades ruedan, mundos caen
al vacío del cosmos, a la nada;
y el árbol siempre en mis recuerdos queda,
erguido, intacto, a pesar de todo.
Una vez yo le vi, estuve allí,
a su sombra benéfica acogida;
hace siglos quizás,o quizás no...
El tiempo no me importa, él estaba allí.
¿Cómo puedo explicar esta tristeza?
Expatriada en mi suelo soy extraña,
tengo nostalgia inmensa y estoy sola
en medio de la senda más poblada.
Tengo nostalgia inmensa de la sombra
que un árbol sin ser mío me ofreciera,
una tremenda soledad me ronda
y me aísla de todo entre su niebla.
¿Quién entiende mi voz,quién mi llamada?
¡En toda lengua que aprendí la grito!
Extranjera me siento en este sitio
y he perdido a mi Dios,ya no soy nada.
Como un rayo fugaz, en mi memoria
el recuerdo se cruza con el sueño.
¿Dónde, cuándo? No sé, pero yo estuve:
Fue a la orilla del tiempo y del sendero.
Desolada persigo sin descanso,
lo absoluto perfecto, inalcanzable.
Buscadora tenaz, después de muerta
seguiré aún en la huella inenarrable.
EL TIEMPO
El tiempo cruza el espejo, inexistente.
Reflejo sin sombra
pequeña vanidad de olvido.
Humo de humos
se deshace en los dedos
como flautas de aguas.
Solamente humedades,
que se van con el viento.
MINUTO MÁGICO
Un círculo formamos
bajo la lámpara.
Por la garganta azul
de una niña
sube una palabra.
Silencio.
Una abeja entra por la ventana
e insinúa su vuelo.
Se oye un leve bisbisear.
Una voz dice:
“Cierro los párpados
y aun eso es un susurro hacia ti”.
Leemos a Rilke.
Algo mágico
-imperceptible casi-
nos envuelve.
Sólo un minuto
para siempre y nunca más.
1 comentario:
Rebeca Navarro esgrime un lenguaje
altamente depurado para expresar sus dolores, nostalgias, y también, para
denunciar horrores de un tiempo negro.
Poesía necesaria en éste y en todos los tiempos.
Versos firmes y armoniosos la señalan como una de las mejores voces.
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